Descripción
Leandro Fernández de Moratín nació en Madrid en 1760. Con 27 años es elegido secretario de Cabarrús y viaja por diferentes países europeos. Se dedicará durante diez años a sus quehaceres dramáticos, especializándose en una comedia de base realista y sentido pedagógico muy en sintonía con la ideología de la Ilustración. Don Leandro se situó en 1808 junto a José I por lo que es sometido a juicio al regreso de Fernando VII, saliendo absuelto. En 1816 se traslada a Francia por temores inquisitoriales, regresando en 1820 para volver a Burdeos donde falleció en 1828.
Nació en Madrid el 10 de marzo de 1760, de noble familia asturiana por parte de padre,1 el también poeta, dramaturgo y abogado Nicolás Fernández de Moratín. Su madre fue Isidora Cabo Conde, con raíces en Pastrana (Guadalajara). Se crio en un ambiente donde eran frecuentes las discusiones literarias, pues su padre Nicolás fue un hombre dedicado a las letras y fundador y asiduo tertuliano de la Fonda de San Sebastián. A los cuatro años, enfermó de viruela, lo que afectó su carácter, volviéndolo tímido; además se volvió un lector compulsivo de poesía clásica española, del Quijote, el Lazarillo y de obras históricas como la del padre Juan de Mariana y las Guerras de Granada de Diego Hurtado de Mendoza.2 Siguió al principio la profesión de joyero del abuelo paterno.
A los 19 años, en 1779, ya había conseguido un accésit de poesía del concurso público convocado por la Real Academia Española con el romance heroico La toma de la Granada por los Reyes Católicos y, enamorado desde niño de una apuesta vecina, Sabina Conti y Bernascone, cuando el poeta contaba veinte y ella apenas quince esta se casó sin embargo con su tío, que la doblaba en edad; el poeta quedó sumido desde entonces en la melancolía y abrigará una antipatía ante los matrimonios desiguales que expresará en su futura creación dramática. Para más desgracia, su padre fallece en 1780, le asaltan las estrecheces económicas y Moratín debe cuidar de su madre. En 1782 ganó esta vez el segundo premio de la Real Academia con su Lección poética. Sátira contra los vicios introducidos en la poesía española, una especie de manifiesto del neoclasicismo en poesía lírica. En 1787, y gracias a la amistad de Jovellanos, emprendió un viaje a París en calidad de secretario del conde de Cabarrús, entonces encargado de una misión diplomática que pretendía aconsejar a Luis XVI medidas antirrevolucionarias. La experiencia fue muy provechosa para el joven escritor; por ejemplo, conoció al dramaturgo neoclásico Carlo Goldoni. Vuelto a Madrid, funda una academia literaria burlesca, la de los «Acalófilos o amantes de lo feo», que se reunía en casa de su erudito amigo Juan Tineo Ramírez (1767-1829), jurista y sobrino de Jovellanos, y que incluía además al gran políglota y arabista José Antonio Conde, un amigo que en el futuro se casará con su prima Mariquita. Era este grupo fundamentalmente una tertulia de amigos que se consagraba a leer y criticar obras teatrales. La caída de Cabarrús no le afecta; incluso se sospecha que escribe en su defensa la Carta sobre el comercio de nabos de Fuencarral. Muy horaciano, obtiene su primer gran éxito con la publicación de la sátira La derrota de los pedantes y se enemista con el erudito Cristóbal Cladera, quien al parecer inspira el personaje de don Hermógenes de su pieza La comedia nueva o El café, en la que critica el teatro popular y en especial a su dramaturgo más representativo, Luciano Francisco Comella, bajo otro nombre. Lee al conde de Floridablanca una imitación del violinista de la capilla real y tonadillero Marcolini, al que era muy aficionado, donde le insinúa que desea ser abate:
Solo quiere ser abate. / ¡Qué pedir tan moderado / el suyo, si por ventura / el ser abate es ser algo!
Le cae en gracia a Floridablanca y le concede entonces la merced de un beneficio de trescientos ducados sobre el arzobispado de Burgos; Moratín es ordenado de primera tonsura por el obispo de Tagaste, requisito indispensable para poder disfrutar del beneficio. A poco de llegar Godoy al poder logró la protección del favorito, que le ayudó a estrenar sus comedias y aumentó sus ingresos con otras sinecuras eclesiásticas: tres mil ducados en una feligresía en Montoro y seiscientos sobre la mitra de Oviedo.
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