Descripción
Malika tiene que hacer para la escuela un árbol genealógico con fotografías de su familia. Karamoko, su abuelo, no quiere hacerse un retrato, aunque no tiene ningún inconveniente en hablar de su tierra, África. Sin embargo, Malika se avergüenza de él: de cuando era herrero y fabricaba lanzas y herramientas, y comía cuscús con los dedos. porque, en realidad, su abuelo es distinto al resto de los abuelos de sus compañeros del colegio. Un día Karamoko se presenta por sorpresa en la clase de Malika y los niños se quedan fascinados con las historias africanas que cuenta. Malika, ahora, se siente orgullosa de su familia.
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