Descripción
MAGDA
Una obra de arte malintencionada
El agudo bocinazo de la sirena anunció el final del recreo del comedor. Años después, Magda recordaría aquel sonido como el timbre de salida de una carrera contrarreloj que cambiaría su vida (y muchas otras) para siempre.
Cuando se encaminaba hacia las escaleras para dirigirse a su aula, se percató de una pequeña aglomeración en el patio. Por escasa que fuera su experiencia ya sabía que aquello no presagiaba nada bueno.
Le costó abrirse paso entre la maraña de chicas y chicos. Unos miraban, otros jaleaban…, pocos intentaban hacer algo para separar a Bruno y Emi, que estaban enzarzados en una pelea. Ella parecía desencajada e intentaba arañarle en la cara. Aunque él era más bajito y rechoncho, se defendía con facilidad de los torpes intentos de ataque de su compañera y, además, se burlaba de ella:
—¿Qué pasa, sabelotodo? ¿No sabes reconocer cuando alguien te está haciendo un homenaje? Como ser superior al resto de los mortales, deberías agradecer que te hagan un retrato.
—Qué pena me das. –El tono de Emi denotaba un profundo desprecio–. Algún día yo estaré firmando esos libros que tanta rabia te dan y tú seguirás siendo un mindundi. ¿Crees que me insultas diciendo que me gusta leer? Tu encefalograma plano está nulamente capacitado para entenderlos, no lo conseguirías ni esforzándote al límite. Algo que queda lejos de tus posibilidades, por cierto. ¡¡NO TIENES NINGÚN FUTURO!! ¡No tienes futuro, no tienes futuro…! Lo sabes y te mata la envidia, por eso te metes conmigo –continuó con un chillido rabioso. Aunque tenía la respiración acelerada y la cara congestionada por el disgusto y por la pelea, conservaba intactas su actitud altiva y su lengua afilada.
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