Descripción
El Romancero Gitano es una de las creaciones líricas más significativas del siglo XX. Punto culminante de la primera etapa estética de Lorca, el propio poeta lo define como el poema de Andalucía, y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal. Es, sin embargo, un libro donde apenas sí está expresada la Andalucía que se ve, pero donde está temblando la que no se ve: un libro antipintoresco, antifolclórico, antiflamenco…, donde las figuras sirven a fondos milenarios y donde no hay más que un personaje grande y oscuro como un cielo de estío… la Pena. Ofrece este volumen la magnífica edición de Christian De Paepe, reconocido como uno de los principales lorquistas, con un estudio de la estética y la estructura del Romancero y una detallada anotación temática y estilística. A ello se añaden la Introducción general de Esperanza Ortega, un rico apéndice documental y comentarios a los romances.
Biografía del autor:
Federico García Lorca (Autor),Fuente Vaqueros, (1898-1936). Federico García Lorca, poeta y dramaturgo, pasó los primeros años de su infancia en su pequeño pueblo granadino antes de marchar a Granada para estudiar en la Universidad. Allí conoció a Manuel de Falla, personaje que ejerció gran influencia sobre él, transmitiéndole el amor por el folclore y lo popular. Años más tarde, se trasladó a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde Lorca se dedicó con pasión a la música, el dibujo, el teatro y la poesía. Su obra se caracterizó por poseer un lenguaje personal, inconfundible, que residió en la asimilación de elementos y formas populares combinados con audaces metáforas, y con una estilización propia de las formas de poesía pura con que se etiquetó a su generación.
Fue asesinado por el bando sublevado un mes después del golpe de Estado que provocó el inicio de la guerra civil española
Nació el 5 de junio de 1898 en el municipio granadino de Fuente Vaqueros, en el seno de una familia de posición económica desahogada, y fue bautizado como Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca.
Su padre fue el hacendado Federico García Rodríguez (1859-1945) y su madre, Vicenta Lorca Romero (1870-1959), segunda esposa de su padre, maestra de escuela que fomentó el gusto literario de su hijo. Su primera casa, en Fuente Vaqueros, es en la actualidad un museo.
En el año 1906 se iría a vivir con su tutor Antonio Rodríguez Espinosa a Almería, viviendo allí durante el curso de 1907-1908 y los meses de julio y agosto de ese mismo año. Pero cayó enfermo de una enfermedad bucal, lo que hizo que se trasladase a Granada y estudie a partir de 1909 en el Sagrado Corazón de Jesús.
En su adolescencia, se interesó más por la música que por la literatura; estudió piano con Antonio Segura Mesa y entre sus amigos de la universidad lo conocían más como músico que por escritor novel. En 1926, en la casa solariega de la familia García-Trevijano en Órgiva, estrenó al piano una mazurca compuesta por Manuel de Falla para Carmen García-Trevijano, a la sazón tía del abogado y político antifranquista Antonio García-Trevijano.
Juventud y primeras obras:
En 1914 se matriculó en la Universidad de Granada para estudiar las carreras de Filosofía y Letras y de Derecho. Durante esta época, el joven Lorca se reunía con otros jóvenes intelectuales en la tertulia El Rinconcillo del café Alameda.
En la Universidad recibió clases de Martín Domínguez Berrueta, el cual llevó a Lorca y a sus compañeros de viaje por Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda, León, Burgos y Galicia. Estos viajes por distintas partes de España fueron los que despertaron su vocación como escritor. De hecho, fruto de esto surgió su primer libro en prosa Impresiones y paisajes, publicado en 1918, una pequeña antología de sus mejores páginas en prosa sobre temas políticos y sobre sus intereses estéticos.
Vida en la Residencia de Estudiantes:
En la primavera de 1919, varios de sus amigos de la tertulia El Rinconcillo se trasladaron a Madrid, y Lorca, gracias a la ayuda de Fernando de los Ríos, quien le ayudó a convencer a sus padres a seguir sus estudios en la Residencia de Estudiantes, no tardó en unirse a ellos. Así pasó el poeta a formar parte de esta institución.
La Residencia de Estudiantes era en aquella época un hervidero intelectual, que acogió a figuras de la talla de Albert Einstein, John Maynard Keynes y Marie Curie, lo que influyó enormemente en la formación intelectual de Lorca. De esta forma, entre 1919 y 1926, se relacionó con muchos de los escritores e intelectuales más importantes de España, como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí y consiguió huir del tedio cultural provinciano, que odiaba, como escribió a su amigo el compositor Adolfo Salazar:
Estoy encendío como una rosa de cien hojas, pero la realidad me encierra en su casa fea de espartos. Me escriben de la Residencia diciéndome que no tienen habitación. ¡Esto es terrible! ¿Cómo voy yo a irme a otra parte? Me asustan los ambientes Baroja y Galdós, la patrona, el estudiante vicioso… ¡Qué horror! Pues no digamos nada los ambientes Zamacois, etc… ¡Es horrible! Así pues, hasta que tenga habitación sola en la Residencia no voy a Madrid… ¡Qué pena! […] Tengo mala sombra. Y me hace falta salir, ¿lo oyes? Yo me ahogo. Este ambiente provinciano terrible y vacío llena mi corazón de telarañas.
Entre 1919 y 1921, Lorca publicó Libro de poemas, compuso sus primeras Suites, estrenó El maleficio de la mariposa y desarrolló otras piezas teatrales. También durante esta etapa, gracias otra vez a la ayuda de Fernando de los Ríos, tuvo ocasión de conocer a Juan Ramón Jiménez, que influyó en su visión de la poesía y con el que llegó a tener mucha amistad.
En mayo de 1921, Lorca volvió a Granada, teniendo así la oportunidad de conocer al maestro Manuel de Falla, que se había instalado en la ciudad en septiembre del año anterior. Su amistad les llevó a emprender varios proyectos en torno a la música, el cante jondo, los títeres, y otras actividades artísticas paralelas. Ese mismo año, Lorca escribió el Poema del cante jondo, obra que se publicó en 1931. Esos años en Granada giraron alrededor de dos focos culturales: Falla y la tertulia El Rinconcillo, reunida en el café Alameda.
El 6 de enero de 1923, festividad de los Reyes Magos, Falla participó en una fiesta privada montada por Federico, Adolfo Salazar y Hermenegildo Lanz, dedicada a dos niñas de la familia, su hermana Isabel y Laura, la hija de Fernando de los Ríos. Se representó una adaptación lorquiana para títeres de cachiporra del cuento La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, un entremés atribuido a Cervantes y el Misterio de los Reyes Magos, un auto sacramental del siglo xiii, para el que Falla había colaborado en la composición de la música incidental. Aquel mismo año, Lorca y Falla trabajaron en una opereta lírica, Lola, la comedianta, obra que nunca terminaron.
En 1925 viajó a Cadaqués para pasar la Semana Santa en casa de su amigo Salvador Dalí. Esta visita y otra más larga en 1927 marcaron profundamente la vida y obra de ambos. Fruto de esta intensa amistad fue la «Oda a Salvador Dalí», que se publicó en la Revista de Occidente en 1926. Además, fue el mismo Dalí el que animó al escritor a iniciarse en la pintura, consiguiendo que en 1927 presentase su primera exposición en las Galeries Dalmau de Barcelona. Por su parte, Lorca alentó a Dalí como escritor, y lo denominó como su «amor erótico». En 1925 conoció a Emilio Aladrén con quien mantendría una relación sentimental hasta el año 1927, cuando Emilio lo dejaría por Eleanor Doven, con la que más tarde se casaría.
Generación del 27:
Artículo principal: Generación del 27
El término parte de la fecha de diciembre de 1927, cuando se reúnen varios poetas españoles en Sevilla, en un acto organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País para conmemorar los trescientos años de la muerte de Luis de Góngora. Cabe destacar que esta reunión es el origen de lo que algunos llaman la Generación del 27 en la que se incluyen escritores como Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.
No todos los estudiosos reconocen el concepto de generación a la generación del 27 al no cumplir los criterios establecidos por el historiador Julius Petersen (fechas de nacimiento próximas; formación educativa semejante; buenas relaciones entre ellos; fecha próxima en la publicación de sus primeras obras; hecho histórico generacional; ideas comunes; lenguaje generacional; presencia de un guía ideológico; y anquilosamiento de la generación anterior). Algunos han propuesto un cambio de nombre como «Generación de la Dictadura», «Generación Guillén-Lorca», «Generación de 1925», «Generación de las Vanguardias» o «Generación de la amistad». Sin embargo, es un término muy admitido por comodidad y costumbre.
Este grupo se caracteriza por fundir las formas de la poesía tradicional (neopopularismo) con los movimientos de vanguardia; por tratar los mismos temas de una manera similar (la muerte en sentido trágico; el amor como fuerza que da sentido a la vida; preocupaciones sociales como la injusticia, la miseria, etc.), por el uso de la metáfora y la imagen; etc.
Volviendo a la vida de Lorca, se puede decir que la etapa de 1924 a 1927 fue el momento en el que el escritor llegó a su madurez como poeta.
Sin embargo, también es en esta época cuando Federico García Lorca vive, según sus palabras, «una de las crisis más hondas de mi vida», a pesar de que sus obras Canciones y Primer romancero gitano, publicados en 1927 y 1928 respectivamente, están gozando de gran éxito crítico y popular. Esta crisis fue provocada por varios acontecimientos en su vida. Por un lado, con el éxito del Romancero gitano, comenzó a verse a Lorca como costumbrista, defensor de los gitanos, ligado al folclore español. Este se quejaba en una carta a Jorge Guillén diciendo: «Me va molestando un poco mi mito de gitanería. Los gitanos son un tema. Y nada más. Yo podía ser lo mismo poeta de agujas de coser o de paisajes hidráulicos. Además, el gitanismo me da un tono de incultura, de falta de educación y de poeta salvaje que tú sabes bien no soy. No quiero que me encasillen. Siento que me va echando cadenas».Y, por otro lado, se separó de Emilio Aladrén, un escultor con el que había mantenido una intensa relación afectiva. Además, esta crisis debió agravarse cuando Lorca recibió las duras críticas de Dalí y Luis Buñuel sobre el Romancero gitano.
A pesar de esto, Lorca siguió trabajando y comenzando nuevos proyectos, como la revista Gallo de la que solo se publicaron dos números o la obra Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, la cual intentó estrenar en 1929 pero fue prohibida por la censura de la dictadura de Primo de Rivera.
Viaje a Nueva York:
En la primavera de 1929, Fernando de los Ríos propuso a Lorca que le acompañase en su viaje a Nueva York. Este aceptó viendo la oportunidad de alejarse de Aladrén, aprender inglés, cambiar de vida y renovar su obra. Se embarcaron en el Olympic —buque hermano del malogrado Titanic— a principios de junio de 1929 y llegaron el 26 de junio a Nueva York; él mismo describió su estancia en dicha ciudad estadounidense como «una de las experiencias más útiles de mi vida». Describió a la ciudad como un lugar «de alambre y muerte» y se vio sorprendido por la economía capitalista y el trato a los negros. Según él, Estados Unidos era «una civilización sin raíces. [Los ingleses] han levantado casas y casas, pero no han ahondado en la tierra». Volcó sus impresiones en Poeta en Nueva York, que no se publicó hasta cuatro años después de su muerte.
En su trabajo Lorca buscó expresar «la esclavitud dolorosa del hombre y máquina juntos» en una ciudad a la que denominó como «geometría y angustia».
En marzo de 1930 dejó Nueva York para viajar a La Habana, donde exploró la cultura y la música cubana y trabajó en nuevos proyectos como El público y Así que pasen cinco años. En junio de 1930, Lorca ya estaba en Madrid.
La Barraca ambulante:
Con la instauración de la Segunda República española en abril de 1931, comenzó una nueva etapa para Lorca. Junto a Eduardo Ugarte, el escritor granadino codirigió La Barraca, un grupo de teatro universitario que representó obras teatrales del Siglo de Oro (Calderón de la Barca, Lope de Vega, Miguel de Cervantes) por ciudades y pueblos de España. Financiado por el Ministerio de Educación que dirigía el socialista Fernando de los Ríos, tuvo por primera vez en sus manos un proyecto propio. El estallido de la guerra civil española frustraría el empeño.
En la primavera de 1936 La Barraca realizó su última función en el Ateneo de Madrid, por petición expresa de Juana Capdevielle, bibliotecaria de la institución, al grupo de teatro ambulante, que representó El caballero de Olmedo de Lope de Vega.
En América:
En 1933 la compañía de Lola Membrives estrenó en Buenos Aires Bodas de sangre con un gran éxito popular. Por ello, Lorca recibió la invitación de Membrives y de su marido para viajar a esa ciudad argentina. Allí, consiguió triunfar profesionalmente y, gracias a esto, consiguió su independencia económica. A lo largo de los seis meses que permaneció en Buenos Aires, tuvo la oportunidad de dirigir Bodas de sangre, que fue representada más de ciento cincuenta veces; Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, El retablillo de don Cristóbal y una adaptación de La dama boba de Lope de Vega. También durante este tiempo tuvo la ocasión de dar varias conferencias y de hacer nuevas amistades, como Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou, Ricardo Molinari, Salvador Novo y Pablo Suero.
Cuando García Lorca volvió a España en 1934, mantuvo un elevado ritmo creativo: terminó obras como Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; revisó obras como Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit y Suites; hizo un viaje a Barcelona para dirigir algunas de sus obras, recitar sus poemas y dar conferencias, visitó Valencia y siguió representando obras con La Barraca; organizó clubes de teatro; etc. También tuvo una gran estadía en Montevideo (Uruguay), donde terminó de escribir un par de obras (posiblemente Yerma) y tuvo contacto con los artistas locales, tales como Juana de Ibarbourou.
Sin embargo, es también en este momento cuando en España se empieza a vivir una época de violencia e intolerancia. La situación política era insostenible. Estaba a punto de estallar la Guerra civil española. Desde los sectores más reaccionarios se seguía con fuerza la campaña de desprestigio y odio hacia el régimen democrático republicano y sus partidarios. Lorca, debido a su amistad con personajes progresistas como Fernando de los Ríos o Alberti, fue ya señalado por una parte de la prensa más conservadora y desde 1935 fue considerado un enemigo de la derecha. La revista satírica antirrepublicana Gracia y Justicia en enero de ese mismo año insultaba al poeta en su portada, y en el interior de la misma tachaba sus dramas de blasfemos (la revista pertenecía a la Editorial Católica), aludían a su homosexualidad de modo despectivo e insinuaban en tono amenazante: «¡No debiera jugar al corro con ciertas cosas!».
Últimos días y fusilamiento:
Colombia y México, cuyos embajadores previeron que el poeta pudiera ser víctima de un atentado debido a su puesto de funcionario de la República, le ofrecieron el exilio, pero Lorca rechazó las ofertas, y se dirigió a la Huerta de San Vicente para reunirse con su familia. Llegó allí el 14 de julio de 1936, tres días antes de que estallara en Melilla la sublevación militar contra la República que dio lugar a la Guerra civil. Inicialmente, la situación en la capital granadina fue tranquila y no hubo ningún incidente. Sin embargo, el día 20, la guarnición militar de la ciudad se sublevó y en poco tiempo el centro de Granada estaba en poder de las fuerzas sublevadas. El cuñado de Federico y alcalde de la ciudad, Manuel Fernández-Montesinos, fue arrestado en su despacho del ayuntamiento. Sería fusilado un mes más tarde.
Alguien le preguntó sobre su preferencia política, aunque se desconoce la fecha, y él manifestó que se sentía a su vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico.
Sin embargo, siempre se mostró «partidario de los que no tienen nada», como declaró en 1934. Como ha destacado el historiador Paul Preston, Lorca «animado por una profunda conciencia social creó su compañía de teatro itinerante, La Barraca, firmó regularmente manifiestos antifascistas y colaboró con organizaciones como Socorro Rojo Internacional. Por ello se ganó el desprecio de la Falange y el resto de la derecha. En su propia ciudad mantuvo una estrecha relación con los grupos de izquierda moderada». Su familia era muy amiga del socialista Fernando de los Ríos.
Lorca nunca se afilió a ningún grupo y jamás discriminó o se distanció de ninguno de sus amigos, por ninguna cuestión política. Conocía al líder y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, muy aficionado a la poesía. El propio Lorca dijo de él al joven Gabriel Celaya, en marzo de 1936:
José Manuel [Aizpurúa] es como José Antonio. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él.
Esta declaración es entendida por los estudiosos como una exageración o una broma, como lo apuntó el propio Celaya al relatar esta anécdota. Al describir la escena, resume las consecuencias dramáticas de la actitud insensata de García Lorca:
Federico se reía. Creía que aquello no era más que una travesura de niños. No veía nada detrás. Se reía como de una buena broma. Pero esa risa, esa confianza en que el hombre es siempre humano, ese creer que un amigo, fascista o no, es un amigo, le costó la muerte. Porque fueron unos amigos, amigos que él contaba entre sus mejores, quienes en el último momento resultaron ser ante todo y sobre todo fascistas.
Se sentía, como dijo al periodista y caricaturista Luis Bagaría en una entrevista para El Sol de Madrid poco antes de su muerte, íntegramente español, pero «antes que esto hombre del mundo y hermano de todos».
Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.
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